EL VERDADERO CONOCIMIENTO DE DIOS
Este tema no es producto de la casualidad, es algo de mucha importancia que llega precisamente en medio del plan perfecto de Dios y para tratarlo se necesita prestar atención a la revelación, tomar tu Biblia y escudriñar con diligencia la Palabra de Dios.
El título está enfocado de forma directa a lo que debemos conocer como cristianos, en medio de todo el mover religioso, el modernismo, las doctrinas humanas y las mezclas filosóficas que pueden estar llegando a tu vida a través de distintos medios, en el cual se pude promocionar el nombre de Cristo Jesús, pero más que eso debería manifestarse lo que Él predicó, enseñó e instruyó a sus discípulos como testimonio vivo de salvación.
Oseas 4:6 Mi pueblo fue talado, porque le faltó sabiduría. Porque tú desechaste la sabiduría, yo te echaré del sacerdocio; y pues que olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.
Isaías 5:13 Por tanto mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo ciencia; y su gloria pereció de hambre, y su multitud se secó de sed.
Estos dos pasajes bíblicos están históricamente relacionados con la condición del pueblo de Dios, y aunque la versión bíblica describe respectivamente sabiduría y ciencia el tema está relacionado con que al pueblo le faltó conocimiento y no tuvo conocimiento.
Analicemos nuestra condición hoy, para poder responder la interrogante ¿tenemos conocimiento? y especialmente veamos qué fue lo que pasó con el pueblo de Dios a la luz de los pasajes bíblicos descritos. Israel fue un pueblo instruido sobre bases y enseñanzas patriarcales, las cuales eran transmitidas y hechas del conocimiento de todos desde la niñez. La instrucción precisa de Dios fue dada directamente a Moisés.
Deuteronomio 6:6 Y estas palabras, que yo te mando hoy estarán sobre tu corazón.
Deu 6:7 Y repetirlas has a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y acostándote en la cama, y levantándote:
Deu 6:8 Y atarlas has por señal en tu mano, y estarán por frontales entre tus ojos.
Deu 6:9 Y escribirlas has en los postes de tu casa, y en tus portadas.
Con el antecedente de la instrucción parece ilógico como un pueblo pudo apartarse de la instrucción y sana doctrina de Dios. Ahora entraremos a ver el propósito del presente trabajo, conforme a la palabra recibida, sobre la base del camino equivocado que podemos estar llevando: DESTRUCCIÓN Y CAUTIVIDAD.
A nuestro entender regularmente todo lleva un proceso y al igual que una edificación, también una destrucción se gesta a través del tiempo, es por eso que si leemos, escudriñamos la Palabra de Dios con diligencia nos daremos cuenta que el engaño y la perversión son herramientas de sutileza que se han perpetuado a través del tiempo.
Es necesario saber que, el conocimiento de Dios no llega únicamente a través de predicas, sermones, mensajes, seminarios, congresos, retiros, etc. que conforme a la religión o denominación se interpretan conforme a su propio magisterio, presbiterio y demás doctrinas que según cada una pregona está en la verdad, pero la verdadera revelación de la Palabra de Dios llega a través del Espíritu Santo, que es dado por Dios conforme a su voluntad sobre la base de creer, obedecer y poner por obra su palabra. Ahora veamos en sentido sintetizado lo más importante del término conocimiento:
/// CONOCIMIENTO
Básicamente, saber que se consigue mediante la experiencia personal, la observación o el estudio. Vez tras vez, la Biblia anima a que se busque y atesore el conocimiento exacto, que valora más que el oro. (Proverbios 8:10; 20:15.) Jesús recalcó la importancia de llegar a un conocimiento verdadero de él y de su Padre, los libros de las Escrituras Griegas Cristianas hablan en repetidas ocasiones del valor del conocimiento. (Juan 17:3; Filipenses 1:9; 2 Pedro 3:18.)
La fuente del conocimiento. Jehová es en realidad la fuente principal del conocimiento. De Él proviene la vida, y la vida es esencial para poder adquirir cualquier tipo de conocimiento. Además, Dios creó todas las cosas, de manera que el conocimiento humano se basa en el estudio de Sus obras. (Apocalipsis 4:11; Salmos 19:1, 2.) Dios también inspiró su Palabra escrita, de la que el hombre puede aprender Su voluntad y propósitos. (2 Timoteo 3:16, 17.) Por consiguiente, el punto de partida de todo conocimiento verdadero es Jehová, y aquel que busque tal conocimiento debe tenerle un temor reverente que le ayude a ejercer el cuidado necesario para no incurrir en su despropósito (Proverbios 1,7).
El papel que Jehová ha asignado a su Hijo en el desenvolvimiento de sus propósitos es de tal importancia que se puede decir de Jesús: “Cuidadosamente ocultados en él están todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Colosenses 2:3.). A menos que una persona ejerza fe en Jesucristo como Hijo de Dios, no puede captar el verdadero significado de las Escrituras ni ver cómo progresan los propósitos de Dios en armonía con sus profecías.
En término Hebreo y Griego. El examen de las palabras hebreas y griegas que suelen traducirse “conocimiento” y la observación de la relación entre el conocimiento y conceptos como la sabiduría, el entendimiento, la capacidad de pensar y el discernimiento, ayuda a apreciar más plenamente el significado y la importancia del conocimiento.
Varios sustantivos de las Escrituras Hebreas que se pueden traducir por la palabra “conocimiento” están relacionados con el verbo ya•dhá`, que significa “conocer (por habérsenos dicho)”, “conocer (por observación)”, “conocer (por familiaridad o experiencia personal)” o “ser experto, diestro”. La manera de traducir cada una de las palabras, está en función del contexto.
Al igual que ocurre con el verbo ya•dhá` (conocer), la principal palabra hebrea que se vierte “conocimiento” (dá•`ath) conlleva la idea básica de conocer los hechos o tener información, pero a veces incluye más. Por ejemplo, Oseas 4:1, 6 dice que en cierta época no había “conocimiento de Dios” en Israel. Eso no significa que los israelitas no tenían conciencia de que Jehová era Dios y de que Él los había liberado y guiado en el pasado (Oseas 8:2); sin embargo, su proceder —práctica de asesinato, robo y adulterio— mostraba que rechazaban el conocimiento verdadero, pues no estaban actuando en armonía con él. (Oseas 4:2.)
Ya•dhá` a veces se refiere a la relación sexual, como en Génesis 4:17, donde muchos traductores optan por la traducción literal “conoció” (BJ, NC, Val y otros), mientras que otros prefieren su sentido figurado y dicen que Caín “se unió” (LT, NBE, VP), “tuvo coito” (NM) o “tuvo relaciones” (EMN, 1988; RH), con su esposa. El verbo griego gui•no•sko se usa de manera similar en Mateo 1:25 y Lucas 1:34.
En las Escrituras Griegas Cristianas aparecen dos palabras que comúnmente se traducen “conocimiento”: gno•sis y e•pí•gno•sis. Ambas están relacionadas con el verbo gui•no•sko, cuyo significado es “conocer; entender; percibir”. El uso que se hace de este verbo en la Biblia puede indicar una relación favorable entre la persona que conoce y aquel que es “conocido”. (1Corintios 8:3; 2 Timoteo 2:19.)
Se presenta el conocimiento (gno•sis) como algo muy digno. Sin embargo, no se anima a ir en busca de todo lo que los hombres llaman “conocimiento”, porque existen filosofías y puntos de vista que son “falsamente [llamados] ‘conocimiento’”. (1 Timoteo 6:20.) Se nos recomienda adquirir conocimiento de Dios y sus propósitos (2 Pedro 1:5), lo cual no supone un simple conocimiento de hechos, que aun personas ateas pueden llegar a tener, sino que implica devoción personal a Dios y Cristo. (Juan 17:3; 6:68, 69.)
El tener conocimiento (solo información) pudiera resultar en un sentimiento de superioridad, el conocer “el amor de Cristo que sobrepuja al conocimiento”, es decir, conocer este amor por experiencia imitando personalmente sus caminos amorosos, dará dirección saludable y equilibrada al uso de cualquier información conseguida. (Efesios 3:19.)
El término e•pí•gno•sis, forma intensificada de gno•sis (e•pí, “sobre”; gno•sis, “conocimiento”), significa, como a menudo muestra el contexto, “conocimiento exacto o completo”. Así, Pablo habló de algunos que estaban aprendiendo (asimilando conocimiento), pero que, “sin embargo, nunca pueden llegar a un conocimiento exacto [“pleno conocimiento”, BAS, BJ, BC, NVI; “perfecto conocimiento”, Ga] de la verdad”. (2 Timoteo 3:6, 7). Oró por los de la congregación de Colosas —quienes sin duda tenían conocimiento de la voluntad de Dios, pues habían llegado a ser cristianos— para que se les llenase “del conocimiento exacto de su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual”. (Colosenses 1:9.) Todos los cristianos deberían buscar este conocimiento exacto (Efesios 1:15-17; Filipenses 1:9; 1 Timoteo 2:3, 4), ya que es importante para vestirse de la “nueva personalidad” y conseguir la paz. (Colosenses 3:10; 2 Pedro 1:2.)
Atributos relacionados. En la Biblia con frecuencia se vincula el conocimiento con otras cualidades, tales como la sabiduría, el entendimiento, el discernimiento y la capacidad de pensar. (Proverbios 2:1-6, 10, 11.) Cuando se captan las diferencias básicas existentes entre estos términos, se entienden mejor muchos textos. Sin embargo, hay que partir de la base de que a los términos originales no siempre les corresponden las mismas palabras en español. Tanto el marco como el uso del vocablo afectan su sentido. No obstante, es posible advertir ciertas diferencias apreciables cuando se examinan las referencias bíblicas al conocimiento, la sabiduría, el entendimiento, el discernimiento y la capacidad de pensar.
La sabiduría. Es la capacidad de poner por obra, usar o aplicar de manera provechosa lo que se ha aprendido. Pudiera darse el caso de que alguien tuviera considerable conocimiento, pero no supiera cómo usarlo por falta de sabiduría. Jesús relacionó la sabiduría con las obras cuando dijo: “La sabiduría queda probada justa por sus obras”. (Mateo 11:19.) Salomón pidió y recibió de Dios no solo conocimiento, sino también sabiduría. (2 Crónicas 1:10; 1 Reyes 4:29-34.). “La sabiduría es la cosa principal”, pues sin ella, el conocimiento es de poco valor (Proverbios 4:7; 15:2.). Jehová abunda tanto en conocimiento como en sabiduría y provee ambas cosas (Romanos 11:33).
El entendimiento. Es la facultad de discernir cómo se relacionan entre sí las partes o aspectos de un asunto y de ver la cuestión en su totalidad, no solo los hechos aislados. El verbo raíz hebreo bin tiene el significado básico de “separar” o “distinguir”, y a menudo se traduce “entender” o “discernir”. Lo mismo sucede con el término griego sy•ní•e•mi. Por esa razón, Hechos 28:26 (citando de Isaías 6:9, 10) especifica que los judíos oyeron pero no entendieron, es decir, no relacionaron los hechos presentados por Pablo con lo que las Escrituras decían, y debido a eso no captaron el cuadro general de modo que tuviera sentido para ellos. Cuando Proverbios 9:10 dice que el “conocimiento del Santísimo es lo que el entendimiento es”, muestra que entender de verdad un asunto implica apreciar su relación con Dios y sus propósitos. Debido a que una persona con entendimiento puede ir añadiendo nueva información a lo que ya conoce, al “entendido el conocimiento es cosa fácil”. (Pr 14:6.) El conocimiento y el entendimiento están relacionados entre sí, y hay que procurar hallarlos. (Proverbios 2:5; 18:15.)
Discernimiento. La palabra hebrea que con frecuencia se traduce “discernimiento” (tevu•náh) está relacionada con la palabra bi•náh, traducida “entendimiento”. Ambas aparecen en Proverbios 2:3, donde dice, según la traducción (en inglés) de la Jewish Publication Society: “Si clamas por el entendimiento y alzas tu voz por el discernimiento [...]”. Al igual que el entendimiento, el discernimiento implica ver o reconocer un asunto, pero resalta el llegar a distinguir los aspectos o componentes del mismo, sopesando y evaluando cada uno a la luz de los demás. La persona que compagina el conocimiento y el discernimiento controla lo que dice y es sereno de espíritu. (Proverbios 17:27).
El que se opone a Jehová manifiesta falta de discernimiento. (Proverbios 21:30.) Dios da discernimiento (talento para discernir o una comprensión más profunda) por medio de su Hijo. (2Ti 2:1, 7, NM, NVI, UN.)
Capacidad de pensar. El conocimiento también está relacionado con lo que a veces se traduce “capacidad de pensar” (heb. mezim•máh). La palabra hebrea puede usarse tanto en sentido desfavorable (ideas, estratagemas, proyectos malos) como favorable (perspicacia, sagacidad). (Salmos 10:2; Proverbios 1:4). Por consiguiente, la mente y los pensamientos pueden dirigirse hacia un fin loable y recto, o justamente lo contrario.
Cuando la capacidad de pensar se ejerce apropiadamente, en armonía con la sabiduría y el conocimiento divinos, protege a la persona de verse entrampada en tentaciones inmorales. (Proverbios 2:10-12.)
Precaución al conseguir conocimiento. Salomón al parecer le atribuyó al conocimiento una influencia negativa cuando dijo: “Porque en la abundancia de sabiduría hay abundancia de irritación, de modo que el que aumenta el conocimiento aumenta el dolor”. (Eclesiastés 1:18.) Este punto de vista parece contrario a lo que la Biblia suele decir del conocimiento. Sin embargo, en este pasaje Salomón subraya de nuevo la vanidad de los esfuerzos humanos en todos los asuntos que no tienen que ver con llevar a cabo los mandatos de Dios (Eclesiastés 1:13, 14.)
Así, un hombre puede conseguir conocimiento y sabiduría en muchos campos, o explorar en profundidad uno en concreto, y el conocimiento y la sabiduría adquiridos pueden ser apropiados en sí mismos, aunque no estén directamente relacionados con el propósito declarado de Dios.
Sin embargo, el tener más conocimiento y sabiduría puede hacer que se tenga más conciencia de lo limitadas que son las oportunidades de emplear el conocimiento y la sabiduría debido a la fugacidad de la vida, los problemas existentes y las malas condiciones que presenta la sociedad humana imperfecta. Esto aflige, causa irritación y un doloroso sentido de frustración. (Compárese con Romanos 8:20-22; Eclesiastés 12:13, 14; ver todo el Libro de Eclesiastés); Del mismo modo, el conocimiento obtenido por ‘aplicarse a muchos libros’ le será “fatigoso a la carne”, a menos que se ponga al servicio del cumplimiento de los mandatos de Dios. (Eclesiastés 12:12.)
Hoy con dolor nos toca enfrentar la falta de búsqueda de ese conocimiento, por mucho se percibe en el mover religioso y eclesiástico, acomodado a discursos y sermones, un pueblo con una intensión de corazón pero apartado, no solo por falta de preparación sino porque sigue fundamentos humanos, ritos, acciones y motivaciones originadas de doctrina y pensamiento humano, que limitan un desarrollo espiritual verdadero, la Palabra de Dios va más allá de repetir un amén, sin siquiera posiblemente conocer el significado de ese amén.
Hay un llamado de Dios a través de su palabra a buscar crecer, no solamente en gracia (que nos fue dada a través de Su Hijo Amado), sino en conocimiento, para llegar a la verdad, que puede darse no desde una tribuna o un púlpito, o un altar humano revestido de adornos y demás elementos simbólicos que no tienen nada que ver con un genuino avivamiento o despertar del Espíritu Santo.
Lucas 12:47 Porque el siervo que entendió la voluntad de su señor, y no se apercibió, ni hizo conforme a su voluntad, será azotado mucho.
Jesús fue claro en su instrucción, hablar de apercibir en el pasaje descrito está orientado a prepararse en conocimiento para luego poner por obra la revelación, cosa que fue entendida por los Apostoles, Pedro y Pablo son ejemplo.
2 Pedro 3:17 Así que vosotros, oh amados, pues estáis amonestados, guardáos que por el error de los abominables no seais juntamente con los otros engañados, y caigáis de vuestra propia firmeza.
2 Pe 3:18 Mas crecéd en la gracia, y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora, y hasta el día de la eternidad. Amén.
Filipenses 3:8 Y aun más, que ciertamente todas las cosas tengo por pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús Señor mío; por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol por ganar a Cristo,
Flp 3:9 Y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es de la ley, sino la que es por medio de la fé de Cristo, la justicia de Dios por fé:
2 Pedro 1:5 Vosotros también, poniendo toda diligencia en esto mismo, mostrád en vuestra fé virtud; y en la virtud ciencia;…
Ahora imaginemos que percepción divina tiene Dios de nosotros, sobre la base de su conocimiento; realmente ¿estaremos aprobados en cuanto a la verdadera búsqueda de la verdad, dejando de lado nuestros propios esquemas mentales del funcionamiento de su obra? y, ¿realmente, dimensionamos y valoramos el sacrificio vivo de Cristo en la cruz?
Aún más, si nos consideramos obreros de Dios, ¿estamos preparados para enfrentar al mundo y demás luchas que no son contra sangre y carne? Se escucha muy bonito vociferar que el Espíritu Santo se mueve en los templos, en nosotros, pero a la luz de nuestra propia vida esa manifestación parece contrastar por completo. No entraremos en detalles, pero solo analicemos los frutos de la religión (división, chismes, protagonismo, poder, motivaciones humanas, intereses financieros, etc.), no hay una edificación del cuerpo de Cristo.
2 Timoteo 2:15 Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, obrero que no tiene de qué avergonzarse, que distribuye bien la palabra de verdad.
1 Pedro 3:15 Mas santificád al Señor Dios en vuestros corazones; y estád siempre aparejados para responder a cada uno que os demanda razón de la esperanza que está en vosotros; y esto con mansedumbre y reverencia;
1Pe 3:16 Teniendo buena conciencia, para que en lo que dicen mal de vosotros como de malhechores, sean confundidos los que calumnian vuestro buen proceder en Cristo.
No debemos dejar de establecer una relación directa con Dios, eso a través de la oración, además no podemos quedarnos con los esquemas de compartimiento de la palabra que nos hacen espectadores de discursos retóricos, en los cuales no hay opción más que decir AMÉN, y practicar las demás técnicas humanas de entretenimiento (repita conmigo, salude al que tiene al lado, parece, siéntese, levante las manos, cierre los ojos, una vueltecita, etc.). Podría parecer cómico pero analicemos y entremos al verdadero conocimiento.
Santiago 4:17 El pecado, pues, está en aquel que sabe hacer lo bueno, y no lo hace.
No planteamos conclusiones, solo hacemos una reflexión, que es a través de la Palabra de Dios donde se encuentra el verdadero Poder de Dios, ese consolador anunciado por Cristo para este tiempo y es mucho más que un simple sentimiento del alma.
Edición Persona
Ref. Biblia Reina Valera 1865 ///Diccionario Perspicacia para Comprender las Escrituras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario