En esta oportunidad más que ver un estudio estructurado, entraremos a presentar un mensaje de reflexión, sintetizado sobre la base de uno de los pasajes contenidos en los evangelios y que nos muestran el carácter de Cristo.
Juan 18, 33-38
“Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos?
Jesús le respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí?
Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?
Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mí reino no es de aquí.
Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.
Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad?
Y cuando hubo dicho esto, salió otra vez a los judíos, y les dijo: Yo no hallo en él ningún delito.”
Es necesaria la referencia bíblica, que nos habla la comparecencia de Jesús ante Pilato, según el Evangelio de Juan; también podemos ampliar la referencia al hecho descrito en los demás evangelios.
Lucas 23, 3; Marcos 15, 2; Mateo 27, 11: “Entonces Pilato le preguntó diciendo ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y respondiéndole él, dijo: Tú lo dices”
Los cristianos hemos sido enseñados sobre las vivencia terrenal de nuestro Señor Jesucristo, esta es una de ellas en la cual es llevado a un tribunal por haber sido acusado por los judíos y posteriormente sentenciado a muerte; pero algo que vamos a remarcar en esta oportunidad no es ese hecho en particular sino lo dicho por Él ante el gobernador romano, que al final de dicho interrogatorio decía “¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti?
Pero Jesús no le respondió ni una palabra; de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho” (Mateo 27, 13-14).
Veamos entonces lo dicho por Jesús a la luz de su palabra, de acuerdo al Evangelio de Juan: (No profundizaremos en los dos primeros puntos).
Primero: Ante la pregunta de Pilato: Nótese que responde con una pregunta, pero tomando lo dicho por Pilato no como interrogante, sino aseveración. Entonces dice: ¿LO DICES POR TÌ, O TE LO DIJERÒN? (parafraseado).
Segundo: La descripción clara del Reino de Dios, habla de servidores.
Tercero: Una descripción más profunda del propósito de la venida de Cristo a la tierra, es en este último párrafo que centraremos este tema de reflexión.
· HE VENIDO AL MUNDO, PARA DAR TESTIMONIO A LA VERDAD.
Sobre esta aseveración aún Pilato planteo una última interrogante, la cual quedó en el ambiente, porque luego salió a los judíos “¿Qué es la verdad?”
Todo humano nacido de nuevo ha de saber que Cristo mismo es esa verdad, la cual Pilato no interpretó a pesar de haber tenído al Hijo de Dios frente a frente. “Yo soy el camino, la verdad y la vida…”
Pero el mayor punto de reflexión está en lo dicho: DAR TESTIMONIO.
Que nos refiere esta frase o palabra, porque va mucho más allá de aquellos hermosos y conmovedores relatos que nos pueden hacer hasta llorar, y que con anuencia humana se va relatando en muchas oportunidades desde los mismos púlpitos, altares religiosos y otros espacios cedidos y que sirven para sorpresa, asombro y posterior admiración de los demás feligreses o hermanos.
Hay que reflexionar precisamente en el mover de los tiempos, porque fuimos advertidos sobre engaño, las novelas e historias cristianas modernas son muy bonitas, pero anti bíblicas. Recordemos que las novelas son ficción, o sea algo que no es cierto, pero muchas veces son hechas pasar por ciertas. Si para impresionar hablamos algo que no es verdad, aunque nuestra intención sea evangelista, o de instrucción para discipulado, estamos cayendo en mentira. Entonces nuestro libreto de predicación fue escrito por el padre de la mentira, sabemos quién es.
Antes, entonces veamos el significado del término “testigo” o “testimonio”.
ed (דעֵ , H5707) , «testigo».
edut (תודעֵ , H5715) , «testimonio; ordenanza».
Verbo ud (דוע , H5749) , «aceptar como testigo, testificar, repetir, amonestar, advertir, prometer protección, aliviar o mitigar».
Diccionario Antiguo Testamento W.E. Vine
El término tiene distintas connotaciones y descripciones, de acuerdo a lo que se encuentran descritos en la Biblia, pero también ampliamos con la siguiente descripción de otro diccionario bíblico.
El testimonio va más allá del simple sentido forense e incluye una aprobación o respaldo personal. Tal es el testimonio de Dios el Padre (Jn 5.36, 37) o del Espíritu Santo (1 Jn 5.6) acerca del Hijo. Así también el testimonio de Juan el Bautista es una expresión de lealtad y devoción (Jn 1.6ss, 19-37). Los discípulos se convirtieron en testigos no tan solo de los hechos históricos de la encarnación, muerte y resurrección de Cristo, sino también de su propia fe en Él, de la realidad de su presencia y del cumplimiento de sus promesas (Lc 24.48; Hch 1.8). Dispuestos a testificar hasta la muerte si era necesario…
Test Diccionario Nelson 10-6
Entonces, es preciso que cada uno de nosotros reflexionemos en los dos puntos más importantes de esta palabra EL TESTIMONIO Y LA VERDAD.
El llamado es precisamente porque estamos viviendo tiempos en que las necesidades humanas hacen acercarnos a misticismos religiosos, movimientos orientados a la espiritualidad pero que no tienen el enfoque de la doctrina de Cristo aunque sean identificados como tal; queremos conocer los misterios de Dios y aún nos falta conocer nuestro corazón (porque dice la Palabra de Dios, engañoso es el corazón del hombre…), por eso es necesario buscar una intimidad con Dios, pero eso va a lograrse a medida en que abramos nuestro corazón a Él, buscándolo siempre, creyéndole, obedeciéndole y con un genuino arrepentimiento, para dejar las obras muertas.
Jeremías 6, 10
“¿A quién hablaré y amonestaré, para que oigan? He aquí que sus oídos son incircuncisos, y no pueden escuchar; he aquí que la palabra de Jehová les es cosa vergonzosa, no la aman.”
Este pasaje bíblico habla del sentimiento del mensajero de Dios, el profeta que en su momento ha identificado la problemática de la situación del pueblo de Dios, pero también nos habla hoy a nosotros.
Dentro de los defectos adquiridos por el ser humano está el de la sordera, en alusión a lo espiritual, porque nos cuesta mucho atender lo que Dios nos dice, lo que nos revela y lo que nos ha dejado, para ser verdaderamente seguidores de Cristo. Seamos más oidores que habladores y veremos cambios importantes en nuestra vida.
Juan 3, 11
“De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio.”
Si leemos el capítulo 3 de Juan, vemos un encuentro especial entre Jesús y Nicodemo, en el cual descubrimos una gran lección del verdadero testimonio; pero hacemos referencia solo al pasaje anterior porque nos muestra el conocimiento absoluto y visión inmediata de Dios proclamada como exclusiva. Aunque se usa el “nosotros” o “sabemos” y “nuestro testimonio”, se refiere solo a Cristo mismo, pero se hace en contraste enfático quizá a las palabras iniciales de Nicodemo en el encuentro: “Rabbí, nosotros sabemos”.
“No recibir nuestro testimonio”, está referido a la clase que pertenecía Nicodemo, de la cual empezaba a separarse (las cosas terrenales).
Entonces, nosotros ¿hemos alcanzado este proceso de reconocimiento del verdadero testimonio de Cristo?
Hay mucho que meditar en todo esto, desde lo contenido en las enseñanzas de Jesús dejadas en la biblia, porque no debemos, ni podemos seguir engañándonos y pretender alcanzar el Reino de Dios, haciendo obras de hombres.
Reflexión en la palabra de Dios: primero para meditarla, luego para aceptarla, después para incorporarla a nuestro pensamiento diario y luego para ponerla por obra a nuestra vida. De esta manera tendremos una verdadera restauración, un verdadero testimonio con Cristo, para seguir firmes en la brecha que nos lleva a ese camino. Nos toca a cada uno responder a las interrogantes ¿He puesto por obra las enseñanzas recibidas por este u otro medio?; ¿Sí? ¡Gloria a Dios! ¿No?, entonces para que recibir la enseñanza.
1 Timoteo 6, 13-16
“Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato, que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo, la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.
Con estos pasajes, creo que despejaríamos algunas dudas, sobre la base del caminar por las Sendas del Señor, o sea nuestro verdadero testimonio, no por lo que decimos ser, sino por lo que realmente somos (cada uno examínese a sí mismo, el que esté firme cuídese de no caer).
TESTIGO, TESTIMONIO
El que ofrece pruebas para confirmar algún hecho, acontecimiento, proeza o pacto es testigo; las pruebas constituyen sus testimonios y estas pueden ser concretas u orales. Por ejemplo, las siete corderas que recibió Abimelec de mano de Abraham (Gn 21.30) sirvieron de testimonio de que el último había cavado el pozo en Beerseba. Asimismo, las piedras del majano de Labán (Gn 31.52), el altar de Josué (Jos 22.27), las tablas del decálogo (Éx 31.18) y el tabernáculo mismo (Nm 17.7, 8 y Hch 7.44) son testigos de pactos y acontecimientos. La palabra escrita de Dios, según el salmista, es su testimonio, la heredad del hombre y el gozo de su corazón (Sal 119.111).
En sentido forense, es más común el testimonio oral. Según la Ley Mosaica, para condenar a una persona acusada de un crimen era preciso tener las declaraciones acordes de dos testigos (Nm 35.30; Jn 8.17; 1 Ti 5.19). Si apedreaban al criminal, los testigos tenían la obligación de confirmar su testimonio arrojándole las primeras piedras (Dt 17.6, 7; Hch 7.58). El testigo falso debía sufrir la misma pena que hubiera correspondido al acusado. Uno de los diez mandamientos prohíbe el testimonio falso (Éx 20.16). No obstante, esto era una práctica algo común, como se nota en el proceso del Señor Jesucristo (Mt 26.59ss) y también en el apóstol Pablo (Hch 25.7).
El testimonio va más allá del simple sentido forense e incluye una aprobación o respaldo personal. Tal es el testimonio de Dios el Padre (Jn 5.36, 37) o del Espíritu Santo (1 Jn 5.6) acerca del Hijo. Así también el testimonio de Juan el Bautista es una expresión de lealtad y devoción (Jn 1.6ss, 19-37). Los discípulos se convirtieron en testigos no tan solo de los hechos históricos de la encarnación, muerte y resurrección de Cristo, sino también de su propia fe en Él, de la realidad de su presencia y del cumplimiento de sus promesas (Lc 24.48; Hch 1.8). Dispuestos a testificar hasta la muerte si era necesario, los apóstoles aportaron un nuevo sentido al significado de la palabra testigo (cuyo equivalente en griego era maŒrtys, de donde viene nuestra palabra "mártir"). El primer mártir del cristianismo fue [Ver=] ESTEBAN, quien selló con su sangre el testimonio de su vida y de sus labios, el prototipo de todos los que estiman la verdad de Cristo por sobre todas las cosas.
Bibliografía:
DTB, col. 1013-1025. VTB, pp. 779-782,448ss.
Test Diccionario Nelson 10-6
Edición Personal.
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